lunes, 7 de junio de 2010

UNA ENTREVISTA A ENRIQUE CIRIANI

LIMA 2009 Y EL GRAN APORTE DE LA VIVIENDA POPULAR

Escrito por Jorge Zavaleta
19/01/2009



Lima, poblada por más de 8 millones de personas, la cuarta parte de la población del Perú, sufre los efectos de una urbe que hace más de medio siglo perdió el horizonte de un desarrollo social armónico e integral. El 18 de Enero, cumplió 474 años de fundación española, arrastrando un déficit de más de un millón de viviendas, transporte caótico al no tener vías rápidas, cercanas playas infestadas por los desagües y un boom de construcción que arrasa los espacios públicos, entre otros problemas.





Enrique Ciriani, notable arquitecto peruano que destaca en Europa, al igual que Rodó Tiznado, con nostalgia y convicción del valor de su obra en la Lima de los sesenta, retomar el pulso a su tierra natal, y encuentra en la vivienda de los amplios sectores populares una rica fuente de inspiración, para hacer de la ciudad un espacio humano.
Después de asistir, junto con su colega Tiznado, a la XIII Bienal de Arquitectura Peruana, en el cual ambos pudieron apreciar los 140 proyectos de diferentes ciudades del país, nos habla, en esta entrevista, del presente y futuro de la capital del Perú.
Para una siguiente entrega, la conversación con Tiznado sobre su obra, como el Parlamento Europeo y la nueva infraestructura en La Meca, en Arabia Saudita, para albergar a 1.500.000 de fieles musulmanes…

Ud. se inició con los proyectos residenciales de San Felipe, Matute y Ventanilla. ¿Cómo percibe el actual crecimiento de la capital del Perú?

Soy beneficiario de un momento mágico en que la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Ingeniería tenía no solo los mejores profesores sino al mismo tiempo los mejores teóricos y constructores del país.

Fue un momento increíble. Cualquier profesor era extraordinariamente bueno. Esos docentes habían desarrollado, por ejemplo, Huampaní, como parte de Chosica y Chaclacayo (en el lado este de Lima, camino a Jauja, la primera capital del Perú). Fernando Belaúnde Terry, que después fue presidente de la república en dos períodos, era el Decano de esa Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes y promotor de la Carretera Marginal de la Selva.

La educación era de gran calidad. En ese entonces se decía “a la par con Londres”, como una comparación entre nuestra moneda de el Sol que tenía el mismo valor que la Libra Esterlina. En ese entonces, efectivamente, pude hacer el proyecto Matute, en el distrito limeño de La Victoria, que beneficiaba al estadio de fútbol del equipo Alianza Lima, y San Felipe y Ventanilla. Esos tres proyectos para quien tenía solo 26 años y llegaba a Europa, significaba una ventaja en relación con quienes enseñaban en ese nuevo país.


A esa etapa quiero que regrese el Perú, afirma. Y se pregunta ¿porqué no se puede llegar?
Un viceministro de Vivienda, Eduardo Chulén Dejo, del régimen de Fujimori, llamó a Ciriani para que emprendiera una iniciativa arquitectónica. Hice una propuesta en Huerta Perdida, un lugar peligroso, bajo el cuidado de policías armados con ametralladoras. El proyecto involucraba la Alameda de Los Descalzos, El Paseo de Aguas y Cinco Esquinas. Hubiera sido el eje de la Nueva Lima. Lamentablemente, nadie se atrevió a presentar esta propuesta a Fujimori.

¿En este país no se puede hacer una obra de esa dimensión?, se pregunta de nuevo.
Lo que se ha hecho, por ejemplo, de San Isidro es una muralla de edificios que cubre de sombra ese espacio verde de El Golf, sombra que afectará a los árboles.

Cada vez que hay una oportunidad de construir algo de calidad, la angurria capitalista se acapara de esos espacios. En ese mismo San Isidro, en la pequeñísima plaza donde está la Virgen del Pilar, había un hermoso jardín, pues se levantó un enorme centro comercial, absolutamente horrible.

El hotel Marriot, en Miraflores, desvirtúa el eje urbanístico de la avenida Larco. No se sabe dónde empieza o termina está avenida. Hay edificios en el Perú de hoy que hacen daño a la ciudad. Pueden ser bellos o feos, pero no nocivos para la ciudad. Ingresar a Miraflores desde el centro de Lima era una elegancia. Ahora nos encontramos con edificaciones que impiden apreciar la buena arquitectura.

Miraflores hoy ni siquiera te recibe. El problema mayor es la angurria de sacar jugo al terreno. El objetivo de los constructores está absolutamente desprovisto de sentido cívico, y eso es lo que indigna.

En Santiago de Chile, los edificios no son medianeros. San Paulo vista desde el aire parece una ciudad infernal, pero cuando uno aterriza se aprecia la abundancia de áreas verdes, que separan de las construcciones. Los edificios no se tocan entre ellos.

Entonces, ¿no hay proyección, planeamiento de la ciudad moderna?
No basta decir eso. Debe prohibirse el muro medianero porque divide solo los dos primeros pisos, después se altera. La parte posterior de un edificio se convierte en fachada de la calle siguiente. Sistemáticamente, por la invasión del cemento, han desaparecido los jardines interiores de las casas. Las zonas de parqueo, como en Europa, deben ocupar el subsuelo. Cualquier avivato no debe ser constructor. Estoy indignado. A mi me han robado mis recuerdos. A mi me han robado mi ciudad.






Foto: Proyecto Arles en Francia


¿Se trata de nuevas leyes o de convicciones éticas?

Todo está escrito, el problema no es de leyes. A las municipalidades no les interesa la belleza sino los predios. Para que haya ornato es necesaria la conciencia ciudadana. Lo peor es que conforme pasan los días los problemas de la ciudad se agudizan. Cuando iba al colegio, tenía árboles frutales a lo largo del camino. Yo comía moras en la calle. Estoy hablando como un viejo.

La informalidad se ha acentuado. Además, ¿construir con licencia automática no agudiza la inseguridad?.
Lo informal, definido como la capacidad para superar la adversidad en medio de una selva de dificultades, es lo más creativo que cuenta el país en los sectores populares. Tengo el proyecto de dictar un curso de postgrado en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas – UPC. Quiero inventar una arquitectura en la cual se conjugue esa creatividad del poblador peruano y el beneficio para la ciudad.

¿Cómo se manifiesta esa informalidad en la urbanística. Podría describir algunas de esas manifestaciones?.

Un lote hay que dividirlo en 50% para área verde, con árboles de varios metros de alto, y en el otro 50% que se construya lo que desea, inclusive fuera de reglamento y sin pago de arbitrios. Pienso que con los mejores estudiantes haremos proyectos para ofrecerlos a las municipalidades.
Otra reflexión. Un constructor podría no pagar predios si levanta edificios de vivienda con terrazas y jardines.

¿Esas ideas expuestas nacen por efecto de la migración masiva del campo a la ciudad?.

En efecto. Veamos como en Villa El Salvador se inventó una valiosa forma de construir ganando espacio. Pues a partir del segundo piso se aprovecha una salida al aire de un metro. Este diseño ya es parte del modelo de vivienda en esa zona de Lima.

Villa El Salvador es también un centro de la construcción y del boom de la madera. He visto como los pobladores para cuidar un árbol construyen hasta tres cercos de defensa: uno para evitar la cercanía de perros, otro para que la gente no se meta contra las plantas y el tercero para proteger de los vehículos motorizados.

Nunca estuve contra lo informal, porque el informal lleva adelante un proyecto que lleva en la mente. Busca lo que piensa. Busca lo que quiere. Tenemos que lograr que la gente valore la ciudad como el lugar donde plasma sus ideales. Voy a trabajar con los 25 jóvenes de mayor talento y en seis meses podremos dar a conocer nuestros proyectos.

Muchos alcaldes dedican mucho tiempo y dinero en querer rescatar los centros históricos. ¿Qué la parece?.
Hay que olvidarnos de ese tema para otro momento. En todo caso es una preocupación de quienes sueñan ser como los otros países. El Perú tiene que ser de los peruanos. Soy un aficionado del fútbol y si no estamos bien en este deporte, lo cual es muy triste. Pero no podemos tener mal fútbol y mala arquitectura.

Veamos Puruchuco, es un lugar histórico muy bonito, pero carece de árboles. Para que una ciudad funcione, el principio fundamental es la prioridad del espacio público con respecto al espacio privado.

¿Pero se puede hacer algo por la antigua ciudad?

Hoy en el Rímac no hay nada que convoque. Sino hay árboles para respirar, las ciudades se convertirán en una especie de cáncer. No estoy para replanteamientos estrictos, porque el peruano poco se adapta, estoy porque los municipios hagan obra pública, respondiendo al sentir de la identidad del ciudadano.

La Lima de décadas pasadas tenía el Bosque de Mata Mula, el Parque de Marte para la recreación de la gente.

Mariátegui, el socialista, hacia camping en el Mata Mula, hay registros fotográficos de esa época.
La burguesía ha acabado con todos los valores preestablecidos en aras del progreso, entre otras cosas, con el hecho democrático, salvo que los ricos para justificar sus bienes y como una compensación entregan parques zoológicos y museos. El problema es que los ricos de ayer como de hoy no sienten “ninguna mala conciencia”. Vemos que en la crisis actual se benefician aquellos que manipulan el dinero y no así la gente que trabaja. Hay que ver la crisis como una oportunidad para darse cuenta que sin necesidad de credos revolucionarios, el dinero abunda para los bancos y no para los trabajadores. La plata que no existía la han encontrado en todas partes. Todo el dinero es para los bancos. Van a salvar a las financieras y la industria de automóviles.

¿El norte seguirá liderando ese modelo de desarrollo con superabundancia, mientras que para el sur no hay alternativas?

No podemos aferrarnos solo a las condiciones del clima, que sin duda en el norte son más duras, sino a la valoración del trabajo. En el sur se trabaja menos, y no hay razón para trabajar más. La realidad nos indica que quien trabaja más termina dominando al resto. Los anglosajones se valen de un intenso pragmatismo y del mayor uso de la tecnología. Por eso valoro lo informal, en el sentido de creación para sortear diferentes obstáculos que plantea la vida cotidiana y el Estado de espaldas.

Observando los mapas del mundo, me impresionan las barriadas de China. El Perú ocupa el décimo lugar, mientras que en China el 90% de su urbanización es informal, luego siguen India, Brasil, entre otros. Son lugares donde no se han cubierto las necesidades básicas. En Venezuela, las barriadas no se ven desde el aire, porque se encuentran cubiertas por la vegetación.


¿Cómo pensaba que debía crecer Lima cuando empezó ese desborde popular, del que nos habla el sociólogo Matos Mar y el arquitecto Adolfo Córdova?.


La arquitectura moderna no es un estilo, es una causa. Ha sido inventada para beneficio de todos. Cuando uno construía un edificio pensaba que estaba haciendo sociedad.

La gente que vivía en tugurios iba a ser trasladada a edificios. Lo importante es que le gente consideraba que iba estar mejor. La forma de la ciudad no interesaba, porque nosotros trabajábamos dando grandes espacios libre y verdes. Estábamos hablando de un mundo utópico, que hacíamos patria, haciendo sociedad. San Felipe se llamaba el monumento a la clase media, después vino Sendero Luminoso.

San Felipe se construyó con lavandería, guardianía, escuelita. Las casas de dos pisos. Me emociono cuando recuerdo esa época. Yo soy el producto de una época.
En ese entonces, tuve oportunidad de visitar La India y pude apreciar que todo el mundo quería construir la paz. Todos los arquitectos hacían lo mismo en la década del cincuenta al setenta, etapa en la que la humanidad salía de la guerra mundial.

No hay nada comparable a los años sesenta. El ande se trasladaba a la costa para quedarse. Nacieron las ampliar barriadas, que hoy se conocen como asentamientos humanos, ocupando terrenos desiertos y sin servicios.

Ahora, construir hacia arriba me parece que es un argumento engañoso. Se puede hacer edificios fabulosos con la misma densidad, pero sin comprar los espacios públicos. Demandamos un espacio urbano de calidad preexistente. Construir edificios de 20 pisos sin espacios libres es un absurdo. Nada lo exige, si queremos una Lima para todos sus habitantes.








20/01/2009

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