jueves, 10 de junio de 2010

LA BELLEZA

Los estudiosos de la estética y los filósofos aún no se han puesto de acuerdo en la definición de la belleza. La belleza no se define, se reconoce. Es una cualidad, un concepto, un sentimiento, que se caracteriza por su relatividad: no hay un criterio universal a pesar de que existen aproximaciones a lo absoluto, acercamientos a la perfección que no existe más que como ideal. Muchos estudiosos consideran que la belleza es lo que resulta agradable a los sentidos y que por consiguiente causa placer, pero no todo lo que nos causa placer tiene por qué ser bello.

Lo que no presenta dudas es que para cada individuo, para cada grupo social, para cada raza, para cada época, existe un modo particular y diferente de percepción estética. Las exuberantes masas glúteas de las mujeres hotentotes, las mujeres con cuellos de jirafa, los pequeños pies atrofiados de las chinas, las mutilaciones nasales, auriculares, y labiales de algunas tribus africanas o americanas, las cabezas en forma cuadrada que nos muestran ciertas esculturas de Etiopía y que eran provocadas intencionadamente desde la infancia... son considerados modelos de belleza para ciertas razas o lo fueron en determinada época.

El estudio dirigido por Camilo José Cela Conde, ha probado la relación existente entre la percepción de la belleza y el córtex cerebral. Se detectó que existe un componente básico de lo estético dentro de lo bello y que en todas las participantes, se producía la activación del córtex prefrontal dorsolateral izquierdo cuando contemplaban las láminas que ellas mismas daban como bellas.

Cánones de Belleza

La belleza ha sido objeto de culto desde que surgió el Homo Sapiens. Por aquel entonces ya empezaban a decorar sus cuevas, creaban pequeños artilugios que simplemente les servían para decorar y no tenían otro fin útil. Platón de Atenas (circa 427 a.C. – 347 a.C.) fue un filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, que habla de la belleza como el nombre común de las cosas bellas y que tenían una armonía en sus proporciones por lo se percibía desde un punto de vista objetivo. Esta percepción de la belleza se siguió manteniendo en la Edad Media. Como consecuencia del auge del cristianismo de esa época, la belleza dependía de la intervención de Dios. De modo que, si se consideraba bello algo, es porque había sido una creación divina. De ahí que se distinguiese entre la belleza material, externa y que se marchita con el tiempo, y la espiritual, la interior y permanente como la bondad, el amor, la simpatía, etc. Después de la Edad Media, con el Renacimiento, la belleza tiene una concepción más naturalista, más próxima a la Grecia clásica.

A través de las esculturas prehistóricas, denominadas Venus por representar divinidades de la fertilidad, se pueden saber cuales eran los cánones de belleza en la prehistoria. Todas estas figuras, Venus de Willendorf (c. 25000 a.C.), Venus de Dolni Vestonice (c. 24000 a.C), Venus de Grimaldi o La Polichinela (c. 20000 a.C.), Venus de Laussel o Dama de la cuerna (c. 23000-20000 a.C.), etc. cuentan con unas formas redondeadas y voluminosas, exponiendo la belleza femenina robusta y adiposa. Se cree que esta forma se debe al esfuerzo que se requería para conseguir una buena alimentación.
























Entre las razas occidentales, el canon de belleza gira en torno del clásico canon de Policleto de Argos, escultor griego, el más popular patrón de belleza griega, que a través de generaciones llegó hasta nosotros y en el que la altura del ser humano es igual a 7 veces la altura de la cabeza. Policleto, preocupado por conseguir unas proporciones ideales del cuerpo humano masculino, basadas en las matemáticas, plasma su teoría en el “Doríforo“, atleta desnudo que porta una lanza, que quizás fuese Aquiles. El Apolo de Belvedere y la Venus de Milo son ejemplos del ideal artístico y de la concepción de lo bello.











Unos 2 000 años después, Leonardo da Vinci dedicó buena parte de su Tratado de pintura a expresar las proporciones más armónicas entre todas las partes del cuerpo con el "hombre de Vitruvio". En él, el ombligo era el punto central natural del cuerpo humano y el centro de la circunferencia y del cuadrado en el que se inscribe el cuerpo del hombre extendido. En este dibujo representa las proporciones que podían establecerse en el cuerpo humano, la proporción áurea que viene representada por el número 1’618. Esta proporción refleja la máxima belleza y perfección, es decir la belleza divina. El rectángulo asociado se denomina áureo. Para Leonardo, el hombre era el modelo del universo y lo más importante era vincular lo que descubría en el interior del cuerpo humano con lo que observaba en la naturaleza.

El canon de belleza no es universal, ya que depende de factores externos, como por ejemplo los publicitarios. En Japón, la blancura de la piel es sinónimo de belleza. Además de ser el color con que se pintan las maikos (aprendices de geishas), para no expresar sentimientos, actualmente se tiene como canon de belleza, por una influencia del mundo occidental ya que los anuncios de cosméticos y artículos relacionados con la belleza, mostraban modelos de cuerpos pálidos, por lo que fue tomado como estereotipo de la belleza occidental, aunque verdaderamente, los cuerpos bronceados por el sol sean los más apreciados.

fuente:http://www.cienciapopular.com/n/Biologia_y_Fosiles/La_Belleza_humana/La_Belleza_humana.php

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