Un ligero relato
Insipio era en el inicio cien verdades. Nada de lo que decía se creía en sociedad y en soledad. En cuando de vez solía bostezar dando pujidos sobre su alterna belleza. Me uní a su compungida y soterrada beldad. Fue un levermente nuestra unión, digo levermente ya que sus albores habían quedado grabado en sus espejismos del pasado. Un espejismo blando donde no poder salir se hacía largo a pesar de su corta edad.
Insipio nuevamente intentaba doblegar ante ese nuevo SER que ahora caminaba a su costado cada mañana, cada tarde. Entre ciegas, cienas, árboles y mares. Insipio se decía ¿quién eres? Su voz trémula en el interior se contestaba “tu-yo”. Un yo que él no conocía, donde sólo sabe a ácido casi azucarado. Sin embargo, el azúcar seguía tornándose hacia el amargo añil solemnemente de aquellos siempre recuerdos.
Fue una mañana. De pronto chirrió la puerta. Rigoberta llamaba con ímpetu a salvar a una exigua creatura que había engendrado hace algunas dos décadas. De manto se hallaba su hogar. Mantos que habían olvidado a sus transeúntes en cada visita de espera. Los contertulios ya no existían, tampoco la masa hogar se encontraba blanda; sino blanda de olvido se hallaban sus huestes. Entre ellos se desenvolvía su vida y no deseamos decir en tremulidad casi inherente.
E aquí el comienzo de sensaciones concubitantes que no pertenecen a este mundo que se yergue de inercia. En el acto también estaban María De La Unión, Estupefacta De La Concordia, Baldomero Peña Risco de alcurnias en el aserto y sin insignia. Dos de ellos vagabundos, los demás con vapores infitesimales manando en constante irreparabilidad de sus mentes….¡qué desesperanza! ¡qué manazón, dios mío!
Empezaron los cuentos. Los marullos de cien grados. Así como los planes de gana estrategia. Para Santos sus horrores ya eran cuestión de un pasado en extinto contrapuesto. Qué fácil pensaba. Qué ganancia y pérdidas pero el olor de pasión que una vez más se haría presente enervaba aquellos momentos antes gozados. Su retórica como siempre bella, su plasmar de exposición impecable, su tronar al caminar da retumbos como en tela de pana, su regurgitar ya es una anáfora y retruécano en exilio. Santos pudo ver en los ojos de su llamado un halo de paz, de enseñoreo, también de ensueño que pedía liberación no para su dominio sino el ajeno que había quedado atrapado en el vacío y pasado de su retoño tan tierno aún; a pesar de tener ya la edad de poder volar en éxodo.
No era ello el caso. Todo quedaría pactado febrilmente en semanas de canto, lápidas, epítetos, bajos, contrabajos. Semana pactadas tal vez en sistemas no convencionales, no tratados con partes del presente sino en el presente exacto. Una vez adquirido el hábito fueron días de erupciones vesúbicas. Pronto habrían quedado diminutas las pompeyanas Sodoma-Gomorra y Baco escapando por el égido hacia el ocaso de su fama.
¿Qué hacía de este ser que todo cambiara. Se formaran los lagos, los bosques, los mares cada día en mareas de cuarto menguante. Dónde habrá adquirido esas sabidurías? Sus mentes estaban huesudas, sus falanges como dos tenazas esbozaban todo el panorama. Lo asentúa, lo refracta y contrae, lo concatena en eternos amores. Y hablando de amores, eso sucede…todos estamos cayendo en ello. Pero el ser busca, busca siempre verdades que finalmente son mentiras, mentiras creadas por otros entes aún no nacidos.
Baldomero Peña Risco no gozaba con los nuevos planes. Decía: seres de la nada; a la nada. Pero la decisión sabemos no es tuya, sólo cuasi nació entre ti y además lo has abandonado. -¿Cómo osas decir eso?-... Baldomero inquiría…
…llegó el día del exordio. ¡Y le diremos a ellos que serás libre! sin estigmas ni dolores. Sólo sabios dulces nos acompañarán en la travesía. También equipaje de lana, sábilas y unos cuantos reales con qué pedir el favor de las mentes compuestas. Ya sabes a quienes aludo…
El primero fue casi ténebre no por la espesura del hábito sino por el contorno del paso. Es como decir un cotraposto laqueado en pátina. Subir del bajo mundo a los mundos siderales. Tuvo su esencia el dia de una irrupción centesimal. Dos pasos tronaron aquel espacio aún no cuajado sino en el preciso momento cuando llegó la voz del eco que había quedado atrapado en efecto doppler. Surgieron enormes vistas, visitas como “Las Sillas” de Ionesco donde nunca llegaron los especiales invitados. En todo caso paradoja aquel matiz dicho…Maniobró un equdiciano lomar a través de su cinto y crespín. El acaramelado de sus ojos sucumbió ante los panoramas amplios. Veía ya las nuevas visitas…imágenes saboreantes en sibarita de escape lanar… ¿Es verdad todo esto? Irrisondamente le decía ¡sí! Comulga, asid la lanza y ve si es factible ahora usarla. Un de pronto silencio se entiende que ya no “Las Lanzas Coloradas” de Uslar Pietri no son coloradas fueron en realidad doradas que se tiñeron de sangre con el calmo de las hordas humanas.
Fueron apenas minutos convertidos en escapes siderales. Dos de tres habrían quedado irrelativos e irrelevantes para tanta desesperación gozable…la respiración tumbada deseaba elevarse en cúmulos, también en nimbos y cirros pero estaba demás; ya era tarde .Llegaron antes seres de otras latitudes con derecho a robar el aire de la pureza mental, por lo tanto todo cae, todo supina y genuflexa su etimología cartográfica.
Más tarde el panorama cambió. Se fueron cayendo los mantos nuevamente. Convertidos ahora en centellantes aves que fulguraron el amanecer entre la perspectiva sin punto de fuga. Aparcando se avistaron nuevos personajes ahora ya nada nuevos sino ordinarios. Por lo tanto el mundo se convirtió en vuestro y de vosotros. Quedando todo subyugado a aquello que muchos no conocen y se llama “amaranto”.
Vispicencia de enlutados amuletos. Otra vez concedimos el esdro. Si estás armado vagabundo del mundo no podrás regresar. Entonces otra vez sucedió pero en esta ocasión junto a arañas saladas, arañas de vellos escarmientos y bellos sabores.
En el fondo Santos creyó haber hallado una contraparte en el perpetuo socorro de su desesperanza. Era obvio que no. ¿De dónde habrías sacado semejante tribulación? ¿Qué sentimientos conllevaron a que tus temores desviaran el camino real? Eran temores comunes de las gentes del orbe. Aquellos grandes avatares de capa y solaz vestimenta con cuellos de encaje azul, de bipolares combinaciones y estruendosas silabiales…
Hoy al despertar me di cuenta que el sueño feneció con el amanecer. (¡qué momento!) Qué todo era realidad….
No hay problema
A caminar otra vez.
Richard Pereyra
Lima, San Diego 24 de enero de 2012
23.48 mn